Ciencia y tecnología

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La información de esta página es original y pertenece a la teoría de Juan Vte. Santacreu RPI V-1542-09 publicado en el libro «Por qué brillan las estrellas».

Un poco sobre ciencia y mis pasiones

Juan Vicente Santacreu entre el arte, ciencia y tecnología
Foto: Un poco sobre ciencia y mis pasiones -

La tecnología y el progreso

· Con este artículo conocerás un poco más a Juan Vicente Santacreu. Mi vida ha transcurrido a caballo entre el arte y la ciencia, y ahí es donde surgió mi teoría de los campos magnéticos del átomo que se materializó en el libro «Por qué brillan las estrellas».



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4/3/2025 ― Hola, soy Juan Vicente Santacreu. Tras mucho reflexionar, he decidido finalmente dar el paso y compartir con el mundo todos esos pensamientos absurdos que, como mariposas inquietas, revolotean sin cesar en mi cabeza. No exagero al decir que han sido años de romperme las neuronas, de idas y venidas mentales, que al final han cristalizado en algo que me atrevo a llamar «mi teoría de los campos magnéticos». Una teoría que comprende temas tan fascinantes como complejos: la mecánica cuántica, el magnetismo, las ondas electromagnéticas y, por supuesto, la luz.





Así transcurre la vida de Juan Vicente Santacreu entre la ciencia y el arte



Todo comenzó hace tiempo, con una pregunta sencilla que me rondaba insistentemente: ¿qué es el magnetismo y por qué funciona? No pedía demasiado, solo una explicación clara, una respuesta que saciara mi curiosidad. Sin embargo, lo único que encontré fueron descripciones detalladas de sus efectos. Sí, sabemos cómo aprovechar esa fuerza, cómo domesticarla para que sirva a nuestros propósitos, pero ¿de dónde proviene? ¿Cuál es su esencia? Nadie parecía tener una respuesta convincente. Y entonces me di cuenta de que algo similar ocurría con otros fenómenos: la gravedad, con su misteriosa capacidad para regir el cosmos; las ondas electromagnéticas, que atraviesan el espacio en un baile invisible; y la luz, ese enigma que ilumina nuestras vidas sin dejarse atrapar del todo.



Mi paciencia, debo admitirlo, tiene un límite. Y ese límite llegó el día en que, navegando por la red, me topé con un anuncio genérico de Google que decía: «¿Por qué brillan las estrellas?». Fue la gota que colmó el vaso. Aquella pregunta, tan simple y a la vez tan profunda, encendió en mí una chispa de rebeldía intelectual. ¿Cómo es posible que sigamos sin comprender del todo algo tan cotidiano y a la vez tan extraordinario? Desde ese momento, mi curiosidad se transformó en una búsqueda apasionada, casi obsesiva, por desentrañar lo incomprensible, por arrojar luz —nunca mejor dicho— sobre esos misterios que la ciencia describe con precisión, pero no siempre explica en su raíz.



Así que aquí estoy, dispuesto a exponer mis ideas, mis locuras, mis hipótesis en el libro que he publicado en Amazon. No pretendo tener todas las respuestas, pero sí espero, al menos, plantear las preguntas correctas. Porque, al fin y al cabo, ¿no es esa la chispa que enciende el verdadero descubrimiento?



Primeros estudios de Juan Vicente Santacreu en Bellas Artes


Mi camino comenzó entre lienzos y acordes. Estudié Bellas Artes, y pronto me vi inmerso en el fascinante universo de la pintura, la plástica y el dibujo, siempre acompañado por una generosa dosis de música clásica que resonaba en mi alma como un eco eterno. Esa combinación —el trazo del pincel y las notas de Beethoven o Mozart— me apasionaba profundamente, hasta el punto de convertirse en una parte esencial de quien era.



Recuerdo con nitidez cómo, al entrar en algún taller de pintores, el aroma inconfundible de los óleos me envolvía por completo. Ese perfume, mezcla de trementina y pigmento, tenía el poder de transportarme a mi primera época profesional, un tiempo de creación pura y sin filtros. Sin embargo, aquel idilio no duró demasiado. Mi vida dio un giro inesperado cuando, casi por azar, descubrí un mundo radicalmente distinto, uno que no guardaba relación alguna con los lienzos ni con las sinfonías clásicas. Había topado con la electrónica, y su misterio me atrapó sin remedio.



Adiós el mundo artístico y hola el universo científico y tecnológico


Así fue como dejé atrás los pinceles y me lancé a estudiar Telecomunicaciones, pero no las de hoy, sino las de los años 70, una época en la que una frecuencia de 1 GHz era poco menos que un sueño futurista, una frontera que apenas alcanzábamos a imaginar. Aquellos fueron años de aprendizaje intenso, de cables, circuitos y ondas que parecían danzar al compás de leyes físicas que yo ansiaba comprender. Y entre todo eso, encontré algo de lo que me siento especialmente orgulloso: creo que soy el técnico más joven en haber estudiado a fondo las lámparas electrónicas y su funcionamiento. Detrás de mí, al menos hasta donde sé, no hay nadie más que haya seguido ese camino tan peculiar. Es una distinción que llevo con una mezcla de satisfacción y asombro.


Juan Vicente Santacreu entre el arte, tecnología y ciencia

De algún modo, mi vida ha sido un puente entre dos mundos: el del arte, con su belleza intangible, y el de la técnica, con su precisión rigurosa. Y aunque parezcan opuestos, en mi interior siempre han convivido, como si las melodías de un cuarteto de cuerdas pudieran dialogar con la frecuencia de un oscilador. Quizás, al final, no sea tan extraño que un amante de la pintura terminara enamorándose de los electrones. Ambas pasiones, a su manera, buscan capturar lo invisible y darle forma.



Avanzando Juan Vicente Santacreu entre ondas electromagnéticas y bits


Y así, a lo largo de mi vida, ha habido un hilo conductor que nunca me ha abandonado: las ondas electromagnéticas. Desde mis inicios en la electrónica, cuando las lámparas de vacío eran mi campo de juego, hasta hoy, inmerso en el universo de los circuitos integrados SMD y la microelectrónica, mi trayectoria ha estado marcada por ellas. Siempre, de una u otra forma, he trabajado en el ámbito de las telecomunicaciones: antes eran ondas que surcaban el éter, y ahora son datos que fluyen a través de internet, conectando el mundo en un instante. Ese viaje, de lo analógico a lo digital, ha sido tan fascinante como revelador.



Quizá sea mi curiosidad insaciable, mi inconformismo crónico o esa tendencia a ser científicamente incorrecto lo que me ha empujado a dar un paso más. Mis conocimientos, acumulados a lo largo de años de exploración, me han dado la valentía —o tal vez la osadía— de publicar mis teorías básicas sobre ese mundo invisible que nos envuelve: la mecánica cuántica. No pretendo que sean verdades absolutas, sino ventanas a una forma distinta de entender lo que no vemos, pero sentimos en cada rincón del universo.



El motor y empuje de Juan Vicente Santacreu para publicar el libro


No puedo cerrar estas líneas sin un agradecimiento profundo y sincero. Primero, a mi mujer, Rosa, mi compañera incansable. Ella soporta con paciencia infinita mis «chorradas atómicas» apoyándome con una lealtad que no necesita creer en mis hipótesis para ser inmensa. Creo que ese respaldo, tan desinteresado y auténtico, vale más que cualquier ecuación resuelta. También quiero dar las gracias a Antonio Ferrer Soria, catedrático de la Universidad de Valencia, quien con generosidad y sin pedir nada a cambio me alentó a compartir mis «fantasías científicas». Sus palabras me dieron el impulso necesario para vencer el miedo a equivocarme y poner mis ideas en negro sobre blanco en el libro Por qué brillan las estrellas.



Y, por último, no podría olvidarme de mi hija Natalia, que con tan solo nueve años ya estaba atrapada —o al menos involucrada— en este mundo cuántico que tanto me apasiona. Un día, mirándome con esos ojos llenos de inocencia y cariño, me dijo: «Papá, te quiero con todos los átomos de mi cuerpo». ¿Acaso existe algo más bello, más puro, más perfecto que esas palabras? En su voz infantil resonó una verdad que trasciende cualquier teoría: el amor, como las partículas subatómicas, es la fuerza que lo une todo.



Así que aquí estoy, entre ondas y átomos, entre sueños y realidades, agradecido por quienes me acompañaron y dispuesto a seguir investigando. Porque, al final, ¿no es esa la esencia de la vida: buscar, imaginar y, sobre todo, compartir? ― Juan Vicente Santacreu



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